Cuando conocí a Petro por allá a finales de 2011, parecía un personaje bastante interesante, decidió acercarse a las comunidades de Software Libre, prometer que en su alcaldía se apoyaría e implementaría Software Libre en el estado, al final esto no fue más que una promesa más de gobierno, al finalizar su alcaldía muchas de las secretarías habían sido migradas a la plataforma de google comprometiendo miles de millones de pesos del presupuesto de alcaldía de Bogotá en software cerrado y que no aportaba nada al desarrollo de la industria de la tecnología local.
Pero eso no es todo, de promesas sin cumplir nos rodea la política colombiana y es por eso que por más cambio que prometan los candidatos que se hacen decir de centro y los que la publicidad engañosa nos quieren vender como Comunistas o Socialistas, hay que ser demasiado lento, para creer que en Colombia aún hay partidos de izquierda que puedan aspirar a la presidencia. Con esto los invito a leer de manera crítica y analitica la mayoría de los programas de gobierno, todos se alinean fácilmente con el actual modelo neoliberal.
El problema entonces con quien quede en la presidencia no es un problema de cambio de modelo económico, es un problema de en manos de quien queda el modelo de negocio de la corrupción, el principal temor del status quo es que un gobernante diferente logre combatir un poco la corrupción y quizás deje que salga a la luz un poco de la verdad de la violencia en Colombia, pero eso está lejos de que pueda pasar realmente, por un lado los poderes económicos y las manos negras que dirigen este país no van a dejar a gobernar a alguien como Petro, ya pasó en la Alcaldía de Bogotá y como en este mundo nadie aprende de su historia es algo que está condenado a repetirse. Entre todas esas tensiones seguimos apegados a la esperanza de que lleguen líderes diferentes, pero en realidad no hay un compromiso de acción que intente un cambió real, es más de lo mismo pitando con colores diferentes y por eso no hay con que hacer un caldo.
Se nos viene encima fenómenos con una inflación desproporcionada y es algo que va a pasar con cualquiera de los títeres que se hagan con la presidencia por que es un fenómeno mundial en donde nos toca dejar de mirarnos el ombligo y empezar a examinar el problema global para tomar acciones que realmente transformen la problemática que se nos viene encima.